Resumo: | Tijuana, la heterogénea sociedad que alberga y el torbellino magmático de configuraciones culturales que produce, lleva dos dácadas aportando argumentos para conformar una escena artística con rasgos propios pero a la vez aptos para ser considerados como interlocutores válidos dentro de los circuitos de la cración estética que circula globalmente. Paradójicamente, las carencias dejadas en Tijuana por décadas de mediocre gestión política y una cortoplacista de la Res publica, o las imposiciones de un mercado capitalista voraz, son demasiado obvias: las marcas del subdesarrollo en infraestructuras urbanas e instituciones democráticas son patentes. |