Resumo: | Históricamente, no se han considerado las necesidades y experiencias particulares de las mujeres y niñas en el diseño y planeación de las ciudades. Esto se debe a que, en las urbes, la división sexual del trabajo y la valoración de las actividades productivas sobre las reproductivas o de cuidado privilegian a los hombres en la distribución del equipamiento, infraestructura y espacio público. En el presente ensayo se hace uso del concepto de ciudades cuidadoras para proponer la redistribución del espacio -desde el doméstico hasta el urbano- de forma empática, lo cual también conllevaría una redistribución del poder y del acceso a oportunidades. |