Resumo: | Un científico, el físico Luis Bettencourt de la Universidad de Chicago, está reuniendo información sobre un millón de barrios en distintos lugares del mundo a fin de desarrollar un modelo matemático para diseñar lugares más sostenibles (primera advertencia: en realidad, los datos se los estarían reuniendo, en una suerte de economía colaborativa, millones de aportantes anónimos de información). La noticia alienta a la vez los beneplácitos neopositivistas de los tecnofílicos y las sonrisas socarronas de los tecnoescépticos, pero es útil en cuanto lleva a rediscutir algunos temas que suelen reciclarse en la discusión urbana: ¿cuál es el punto en que la planificación se superpone al proyecto o, más específicamente, qué es y qué resuelve el diseño urbano? Específicamente, ¿puede el diseño urbano resolver problemas sociales? ¿En qué punto se hace posible dar transparencia al modo de tomar decisiones sobre la ciudad? |