抄録: | Dicen que lo común es lo ordinario, lo carente de singularidad, lo que no tiene nada de especial; posiblemente sea el capitalismo, que le teme a lo común, quien pretende enseñarnos eso. Pero esto no aspira ser una revisión etimológica, sino recuperar cierta praxis política, repasando dos experiencias que aportan a su sentido: la Comuna de París y las Comunas venezolanas y algunas otras derivas sobre lo común. La primera, un tanto más lejana, geográfica y temporalmente, acontece con la insurgencia popular y la toma del poder en 1871 en Paris que, a pesar de su corto tiempo, marcó profundamente la historia e inspiró movimientos que la sucedieron. La comuna, con su bandera roja, era la propuesta de transformación de la miseria y la explotación que el capital imponía. Allí, los obreros tomaron el poder y cerraron la ciudad de París con barricadas para proteger los sueños de ese nuevo mundo que se estaba gestando. Cambios rotundos demostraron que era posible (ejército reemplazado por ciudadanos comunes, separación de la Iglesia y el Estado, las fábricas abandonadas fueron tomadas por trabajadores, divisiones geográficas con autonomía en cooperación con la organización central, etc.). Quienes formaban parte de ese pueblo que apoyaba y colaboraba en el levantamiento, eran conocidxs como comuneros, una connotación que remite a viejas rebeliones europeas contra la explotación y sudamericanas contra las imposiciones de la corona española. |