Resumo: | Cuando hablamos de economía ecología, de la relación economía-naturaleza, existe un dato paradójico: si tomamos la situación en términos ecológicos del año 1972, precisamente cuando se publicó ese famoso informe del Club de Roma, Los Límites del Crecimiento, y la comparamos con cómo estamos ahora, básicamente, estamos bastante peor que hace 50 años. Tenemos un problema de cambio climático muy grave, procesos de deforestación alarmantes, enormes pérdidas de biodiversidad. Lo cierto es que ahora tenemos un conocimiento mucho más profundo que hace 50 años sobre el deterioro ambiental y sus causas y, sin embargo, parece que cuanto más sabemos, menos hacemos. ¿Por qué la teoría económica convencional, la comunidad ortodoxa y las economías industrializadas no pueden dar una respuesta que sea satisfactoria este desafío ambiental? La realidad economía-naturaleza es, en la mayoría de los casos, conflictiva, pero no necesariamente debe serlo, y esto tiene mucho que ver con las lentes con las que miramos esa realidad. La economía convencional entiende que el conjunto de la biosfera es simplemente un subconjunto de un sistema más amplio, que sería el propio sistema económico de producción de bienes y servicios, y solo en la medida en que esos recursos naturales tienen un valor monetario se los puede incorporar al análisis en igualdad de condiciones de cualquier otra variable, como podría ser el trabajo o el capital. |