Résumé: | Porque la ciudad pensada, la ciudad que logra anticiparse a sus previsibles desastres, es un proceso complejo y mucho más difícil de concretar, de articular o de gestionar que la ciudad librada al azar. Por ello debatir la ciudad es doblemente importante: porque sabemos que existen ideas muy distintas sobre su proyecto y porque su explicitación, naturalmente, exige compromiso con tales ideas. A propósito de la ciudad se habla de oportunidades y se piensa en negocios, que casi se han hecho sinónimos. Últimamente tales oportunidades se convierten, demasiado a menudo, en ghettos cerrados, formales e informales. En tales discursos también se escucha repetidamente la palabra https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81competitividad https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81 y proponiendo una curiosidad semántica, se la asocia generalmente a la pública felicidad. Sin embargo hay otro proyecto. No tiene mucho de nuevo. ¿O si? Propone una ciudad de extraños donde conviven y se potencian diversidad y diferencia, donde el encuentro y la novedad dan cuenta de la compleja condición social. Es el proyecto de una ciudad que se quiere integrada y por ello se busca y se anticipa de esa manera. Una ciudad que también se quiere fraterna y por ello se hace solidaria de los débiles y los perdedores. Una ciudad construida según las necesidades y no según los bolsillos. Por ello, naturalmente, es una ciudad pensada, debatida y criticada, con objetivos precisos pero decididamente abierta a su futuro. |