Resumo: | Muchos conglomerados urbanos de la Argentina desarrollaron entre fin del siglo XIX y principios del XX grandes obras de infraestructura, de urbanismo y de arquitectura, que parecían orientadas a posicionarlas entre las grandes del mundo desarrollado. Rosario, Córdoba, La Plata, la extraordinaria Mar del Plata, Buenos Aires con los Puertos de Ensenada, Quequén, Dock Sud, y Puerto Madero; las grandes líneas de ferrocarriles interprovinciales. En todas esas ciudades aparecían los edificios públicos, los hospitales, las grandes avenidas, los parques públicos, los monumentos... En ese contexto de ejecución de grandes obras como excluyente manifestación real de país desarrollado, los urbanistas calificaban el tejido utilizando la estructura circulatoria en todas sus escalas: el pasaje, la calle, el bulevar, la avenida, la ruta. Esa variedad de tejidos estructuraba las ciudades con la premisa funcional básica de https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81conectar https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81. Sin embargo, consideraban su calidad arquitectónica y espacial entendiendo la https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81calle https://infonavit.smart-ed.mx/cgi-bin/koha/opac-retrieve-file.pl?id=4c2f8fbfe54e23aaaaef2035a05c8a81 como espacio de diseño. Entendían también su complementaria finalidad social y cultural, de espacio compartido para las actividades comunitarias, de lugar de juego y de encuentro en la vereda de todos los frentistas, de espacio cívico e institucional. |