Resumen: | Hasta 1996, el Presidente de la Nación designaba al Intendente de Buenos Aires y los funcionarios metropolitanos hacían y deshacían según los dictados del partido de gobierno. En ese momento, la joven democracia le diseñó a la ciudad su autonomía y la dividió en comunas con la intención de darle lugar a un protagonista nuevo: el ciudadano porteño. Además se introdujo en el nuevo texto constitucional la institución de la Audiencia Pública, siendo obligatoria para el tratamiento legislativo de temas atinentes al planeamiento urbano. Desde entonces y para bien, la participación de vecinos y organizaciones intermedias fue tomando cuerpo progresivamente. Hoy la ciudad es de sus dueños naturales, que necesitan saber y estar al tanto de lo que sus autoridades hacen o piensan hacer sobre ella. Nada de esto ocurrió con el proyecto del nuevo Centro Cívico para Buenos Aires en las inmediaciones de los Hospitales Borda y Moyano. Las consecuencias de un planeamiento sin gestión ni participación saltan ahora a la vista. |