Résumé: | El 18 de junio de 1881 la oficialía de partes del Ayuntamiento de la Ciudad de México recibió una carta de un tal A. Greenwood. Se avalaba con un documento en el cual la presidencia de la república, aunque no lo autorizaba a ello explícitamente, le daba un visto bueno para que estableciera un servicio telefónico. Podría, pues, construir una red en el país, siempre con el consentimiento de las autoridades locales. El Ayuntamiento demoró un mes en discutir el asunto, pero el 19 de julio acordó acceder a la petición de Greenwood con la condición de que enterrara sus líneas debajo del pavimento. Ni corto ni perezoso, ese mismo mes autorizó a Adolfo Of., posiblemente un mercader local, a hacer lo mismo. |